Por: Profr. Javier Duarte Flores
HERMOSILLO, Sonora, febrero 20 de 2012.- Este próximo viernes se estrena un documental ¡De panzazo! con la exhibición de 210 copias en salas de cine de las principales ciudades de todo el país. Un importante esfuerzo económico de las empresas que lo patrocinan (agrupadas en la asociación Mexicanos Primero), y que no responde a una lógica propiamente comercial —al menos no en el corto plazo—.
Ya antes, la tesis central que contiene el documental ha sido difundida en algunas presentaciones privadas, en una versión corta en una cadena de cines y a través de las redes sociales. Con poca sofisticación argumentativa, buena realización cinematográfica y una ausencia de método científico-social, la principal tesis del documental se reduce, simplemente, a que la responsabilidad de la “mala calidad” educativa en el país es de los maestros, su sindicato y su dirigente nacional, la maestra Elba Esther Gordillo.
Es una tesis que ni siquiera la OCDE, responsable de las pruebas PISA, sostiene, pero que para los realizadores del documental ¡De panzazo! es su leitmotiv. Por eso el guión es más político que pedagógico, y más ideológico que programático.
El documental es un llamado a la acción política, no una propuesta educativa. Por eso el actor principal, Carlos Loret de Mola, ha declarado: “no hemos tenido un presidente (de la república) con los suficientes pantalones como para ponerle un alto” a la líder del SNTE (Caras, febrero 2012). Sin embargo, si dejamos por ahora a un lado los prejuicios, estereotipos e intereses políticos de los productores del documental, debemos reconocer el impacto mediático positivo que tiene la exhibición. ¡De panzazo! contribuirá probablemente a elevar la conciencia sobre el estado que guarda la educación en México. Pero sólo eso.
Sólo eso, porque difícilmente podremos extraer lecciones útiles ¡De panzazo! para una política pública educativa. Sin embargo, el documental sí debería llevar a que se revise la gran cantidad de análisis serios sobre la educación de México que hoy día se hacen en el país y en el mundo (por parte de la propia OCDE, UNESCO, Banco Mundial, Fundación Bill y Melinda Gates, entre otros muchos organismos e instituciones). Y de este enorme y constante esfuerzo intelectual y académico, la conclusión que sí se puede extraer es muy distinta a la del documental ¡De panzazo!.
Si lo que se busca es una fórmula que explique una realidad muy compleja, es mejor en ese caso mirar el contexto más amplio en el que se inscribe la educación en México. Se tendría que considerar, para empezar, la historia de la política macroeconómica y la política social de los últimos 30 años, por lo menos. Pero sin ir tan lejos, ya la teoría y la práctica educativa mundial tienen en el término: “capital social”, un marco conceptual para hacer una evaluación más objetiva e integral de la educación (OCDE, Education Ministerial Meeting, Investing in Human and Social Capital: New Challenges, París, 4 y 5 de noviembre, 2010). El “capital social” es medible, es tangible y permite diseñar políticas públicas para elevar la calidad de la educación; es un esquema teórico mucho más sofisticado que las fórmulas que se utilizan sólo para descalificar a los maestros.
La escuela por sí sola es una institución limitada para modificar las condiciones socioeconómicas de un país; más bien, sus características particulares son el resultado, a su vez, de dicho contexto social y económico. Las políticas públicas exitosas en la educación (Eduardo Andere, Finlandia: el éxito en PISA) no están basadas en la simple transferencia de best practices al salón de clases y al trabajo de los maestros. Implican un compromiso social más amplio con las escuelas y la educación.
Por ello, para evaluar el estado de la educación en un momento dado, habría que estudiar las cantidades y tipo de gasto público, la inversión en infraestructura, tecnología y capital humano, así como la política de crecimiento y empleo que se han llevado a cabo en un periodo histórico largo en el país.
Si los patrocinadores del documental ¡De panzazo! quieren abrir una reflexión amplia sobre la educación en el país, habría que preguntarles: ¿qué están dispuestos a contribuir en un verdadero esfuerzo nacional por mejorar la calidad educativa? Porque si no se trata sólo de un afán personal de presionar a los maestros y denostar a su sindicato, entonces tendrían que abordar temas de política fiscal redistributiva, política social equitativa, y política de comunicación y entretenimiento. Sólo incluyendo estos aspectos más amplios en la discusión se puede hacer una revisión objetiva e integral del estado que guarda la educación en México.
www.educacionyculturaaz.com
Presidente de la Fundación SNTE y director de la Revista de Educación AZ
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