martes, 17 de diciembre de 2013

2013: AÑO DE DECISIONES Y CAMBIOS PROFUNDOS


Jesús AlbertoCano Vélez

       El primer año de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto fue uno de valientes acciones políticas orientadas a convencer a los mexicanos —y a sus pares políticos— sobre la necesidad de lograr modificaciones constitucionales y legislativas de gran calado, que le urgían al país por haberse dejado pasar cruciales momentos de cambio en el mundo que no se habían podido hacer en México.

En este año que termina se acordaron, en las dos cámaras del Congreso federal, diez reformas estructurales que las sabíamos necesarias, pero por no haberse ideado y negociado con anterioridad, tuvimos que vivir tres décadas de estancamiento económico, mientras que en el mundo, y particularmente en América Latina, la vida seguía avanzando.
Requirió mucha comprensión y negociación para, primero, entender con los propios y, luego, convencer a las opositores que en una democracia las decisiones deben convenir a la mayoría, sin atorarnos en convicciones ideológicas, y que juntos podíamos satisfacer los planteamientos propios y los de los contrarios, ya que se trataba de ofrecer soluciones a los mexicanos.
Se fue hilando fino, atacando primero los temas en los que se podía concitar una mayor medida de acuerdos para ir progresivamente a lo más complicado. Así se escribió el primer capítulo de las reformas estructurales; aún falta mucho por hacer, como las leyes específicas de la instrumentación.
Ahora, las reformas constitucionales van avanzando en su etapa de aprobación en las legislaturas estatales; requiriéndose 50% más uno de los congresos estatales.  Las reformas estructurales logradas son esencialmente de índole económico.
Están, por ejemplo: la Reforma Hacendaria, que propuso una estructura tributaria requerida por el país para lograr allegarle los recursos económicos que necesitan las instancias gubernamentales para ofrecer los servicios públicos que necesitan los mexicanos, como son la educación, la salud, las obras públicas urbanas y demás, que sólo una instancia gubernamental puede proveer.
La Reforma Financiera, que asegurará que operen en el país las entidades financieras que se necesitan, dentro de un marco regulado por la ley para propiciar su adecuada operación y seguridad, y que sirvan a los intereses de la economía. Estos son los bancos comerciales privados, nacionales y extranjeros, las financieras, los bancos de desarrollo del Estado mexicano y las casas de bolsa, las diversas entidades especializadas, como las casas de cambio, las operadoras en valores, etcétera.
La Reforma Fiscal, que cuidará los intereses de los que conformamos la economía mexicana y propiciará el cumplimiento de los compromisos de las solicitudes gubernamentales, en lo que concierne su manejo adecuado presupuestal, autorizado por las instancias legislativas respectivas.
La nueva contabilidad gubernamental, a la que estarán sujetos todos los gobiernos, en lo que concierne su reportería, para asegurar la debida transparencia y la comunicación que deben propiciar a la ciudadanía respecto al manejo de los fondos públicos que ellos operan, sean estas instancias estatales, municipales o federales.
La Reforma Educativa es de capital importancia por tratarse de propiciar la calidad y cobertura de educación que se debe dar a nuestras hijas e hijos, que constituyen el capital humano más importante del país y en los que está cifrado el futuro del México. De ahí que la capacidad de los maestros y la calidad de la educación que impartan es de fundamental importancia para México.
La Reforma Político-Electoral, que trata de los derechos y la equidad que deberá existir en la estructura y en la competencia entre los actores políticos.
La Reforma Laboral, que deberá promover la operación de un mercado formal de trabajo en el que se ofrezcan las seguridades de jubilación al final de la vida laboral, la atención médica para el trabajador y su familia, y que propicie niveles adecuados de remuneraciones y oportunidades de empleo.
La Reforma de Telecomunicaciones, que deberá ordenar las relaciones tecnológicas y de operación entre los que trabajen con las frecuencias electromagnéticas para impedir monopolios, asegurando la debida competencia y el bien de la sociedad mexicana.
La Reforma Energética fue de lo más delicado para su aprobación, pero las reformas estructurales recientemente aprobadas, y ésta en particular, abren las expectativas de crecimiento económico para México, que se ubicará en un rango en torno a 3.5% del Producto Interno  Bruto (PIB) durante 2014.
Asimismo, fueron aprobadas la Reforma sobre Transparencia y la nueva conformación del IFAI, así como la Ley de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria, para incorporar el concepto de déficit estructurado, es decir, déficit o superávit, cuando sea necesario. Por último, falta de formalizar la Reforma de la Comisión Nacional Anticorrupción.
Como último comentario, recuerdo lo que dijo ayer el titular de la Secretaría del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida: “todas las reformas afectan intereses y en la Reforma Energética hay intereses ideológicos legítimos que se oponen a que el país cambie. En el resto de las reformas, lo que se afecta son las inercias”.

  (*) Presidente del Colegio Nacional de Economistas, 
Federación de Colegios de Económistas, A.C.

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