SI LO VUELVES HACER..TE JODES
Ricardo Valenzuela
“La ejecución de las leyes es más
importante
que el promulgarlas.”: Thomas Jefferson
que el promulgarlas.”: Thomas Jefferson
Hace días efectuaba un largo viaje
en automóvil los cuales aprovecho para escuchar todo tipo de casetes. En esta
ocasión le dedicaba ese precioso tiempo al programa del Cato University, y
específicamente al pensamiento de Jefferson y sus debates con Hamilton y, sobre
todo, con John Adams al estar elaborando la Declaración de Independencia y la
Constitución del país emergente. La sabiduría que estos hombres exhibían es
algo que en algunas ocasiones me hace pensar eran seres iluminados, o como
aseguraba Einstein; “Conectados a una conciencia universal en donde se
encuentran todas las respuestas.”
Los objetivos de los documentos
que daban vida el nuevo país, eran en primer lugar depositar el poder en la
sociedad civil y no en el gobierno, pero además, establecían un sistema
novedoso que los americanos hoy día conocen como “checks and balances.” Es
decir, un sistema que podríamos describir como de conciliación de las tres
ramas de gobierno mediante el cual, desconcentrando el poder, como decía el
Maquío Clouthier, pudiéramos llegar a cuidarnos las manos de unos y otros, y no
seguir saqueando la patria.
La realeza de Europa mordiéndose
las uñas observaban tal experimento el cual, era la más grave llamada de
atención a su obsoleto sistema de monarquía, feudalismo y mercantilismo. Años
después Tocqueville en su libro “Democracia en América,” lo describiría
genialmente y proféticamente anunciaría la avenida de los EU, como la siguiente
potencia mundial. La nueva economía de mercado mezclada con ese sistema republicano
de poderes acotados, estado de derecho, y el reconocimiento de los derechos
inalienables de los individuos, a diferencia de una simple democracia en donde
rige una mayoría buscando la satisfacción de las necesidades de esa masa,
harían la profecía de Tonqueville una realidad.
Esa noche ya en mi destino al
estar recorriendo los canales de TV, como señal divina me tropiezo con la
película mexicana; “La Ley de Herodes.” Tenía referencias de la cinta, pero al
iniciar su metraje, no podía creer lo que atestiguaba: El sistema político
mexicano en toda su vergonzosa desnudez. Con exagerada claridad ahora veía y
entendía la gran diferencia de, por un lado, la separación de poderes que
automáticamente se controlan, y la usurpación del sistema mexicano que ha producido
ese pestilente cáncer de la corrupción. Ese poder omnipotente que un solo
hombre acumulaba y le permitía agresiones tales como la expropiación de la
banca ante el silencio nacional.
Después de casi dos siglos de
sufrir primero la dictadura positivista de Porfirio Díaz, y luego la monarquía
del partido, una tibia democracia emergía a la superficie del confundido océano
del país. Pero al parecer emerge así, como sólo una democracia, no el
republicanismo, de tal forma que me parece nos dirigimos hacia una
“plebecracia” en donde ese gobierno de las masas deriva en desorden, demagogia,
agitación y, lo más grave; el rompimiento del estado de derecho (los macheteros
de Atenco, el barzón, los yaquis). La renuncia del primer presidente
democrático al poder omnipotente, provoca ahora se establezcan pequeños reinos
estatales en donde, sus nuevos señores feudales utilizan la ley para proteger
lo que debe combatir.
Una de las grandes promesas de
Vicente Fox, fue no sólo erradicar la corrupción, sino con la ley en la mano
castigar a los saqueadores de la patria. La corrupción en México es un problema
de proporciones y consecuencias que no podemos ni siquiera imaginar. Es la
privatización del estado en el cual, el poder no ha fluido hacia la sociedad
civil que representada por el mercado, sino hacia los políticos y la hercúlea
burocracia. El autor inglés J. D. Davison describe y advierte la avenida de lo
que bautiza como narco repúblicas y, el ejemplo que utiliza es México en el
cual los narcotraficantes son los nuevos poseedores del poder.
Hace ya más de doce años del
inicio del gobierno de la esperanza y las víboras prietas siguen cabalgando las
praderas de la impunidad. Tras años de escuchar el grito de; “ahora si te
chingas,” para luego entender que es solamente eso: un grito vació para una
sociedad harta y cansada de esa explotación. Un grito hueco para una sociedad
que tanto ha sufrido, tanto ha esperado, y ahora inicia otro tipo de reflexión.
Una sociedad que les perdonaría sus promesas ya esfumadas a los que tanto
prometen si solamente cumplen esta; castigar a los corruptos.
Pero con decepción vemos cómo los
herederos de Cabal Peniche, los líderes sindicales, los Graniers, los ex
presidentes y ex mandatarios estatales jubilados y obesos, siguen transitando
esa vía tan odiada por todos los mexicanos; la vía de la impunidad. Vemos
también cómo en los estados los nuevos señores feudales ahora sin miedo ya al
emperador sexenal, de forma nunca vista, saquean las arcas de sus feudos para
luego caminar esa misma ruta; la de la impunidad. Pero no solo eso, vemos que
al abandonar sus cotos destruidos y a su gente agraviada, como cruel burla los
premian con rimbombantes puestos de etiqueta federal.
El Prof. Lawrence Harrsion en su
libro; “El Sueño Panamericano,” informa de un estudio secreto del mismo López
Portillo, el cual devela que, los funcionarios en su administración se robaron
aproximadamente 70,000 millones de dólares. Si a ello le sumamos las siguientes
administraciones (1982—2012), mas el atraco de los Estados y municipios, mi
buen amigo Santos Mercado se queda muy corto, pues lo carranceado tal vez
rebase el PIB del país.
Estamos viviendo un reacomodo
mundial en el cual, el obsoleto estado—nación al igual que la iglesia del siglo
XVII, ha envejecido. Este fenómeno se traduce en la descomposición del sistema
político tradicional, y los bárbaros modernos están ya incrementando su poder
tras bambalinas. Desde Rusia hasta Colombia, el crimen organizado representa un
factor en las economías de los países, mucho más importante de lo que se
reconoce. Pero lo más grave del nuevo estadio, es el que los gobiernos
dócilmente se arrodillan ante ello, y la frontera de México con los EU—zona de
guerra—es el testimonio más dramático.
Mientras en México no
establezcamos el estado de derecho, jamás saldremos del profundo pozo de
nuestras desgracias. Mientras la ley siga protegiendo el pillaje como un
derecho, y el sistema siga protegiendo y premiando al depredador, más profundo
se hará ese pozo de nuestras desgracias. En palabras de Bastiat: “Es imposible
el introducir en nuestra sociedad algo tan diabólico como: la conversión de la
ley en un instrumento de pillaje.” Ello es algo que borra de la conciencia de
la sociedad el concepto de justicia e injusticia.
Mientras sigamos escuchando los
gritos de campaña; “a la siguiente te chingo” y esto nunca sucede….la patria
seguirá expirando lentamente, para darle vida a un hijastro de facciones
nebulosas, desconocidas y monstruosas.
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