Profr. Juan Roberto Valdez |
Pareciera que en demorar la justicia,
jueces y gobierno se pintan solos
Por: Profr. Juan Roberto Valdez
Los mineros primero, luego los jóvenes, los niños después…y las mujeres también.
“El castigo puede demorarse, pero el crimen queda”
Publio Ovidio Nasón, poeta romano.
Era el 19 de febrero del 2006 y el estado de Coahuila, México y el mundo se estremecían con lo ocurrido en la mina Pasta de Conchos, donde 65 trabajadores perdieron la vida a causa de la explosión que por altas concentraciones de gases derivaron esa tragedia.
¿Y don Germán Larrea, dueño del grupo México, la empresa minera más grande del país?
Bien, gracias. Convertido en un cínico mayúsculo, conocedor del precio de todo y no dando valor a nada, menos al sacrificio y la vida de sus trabajadores.
Junio del 2008, Distrito Federal, antro de la muerte The News Divine, donde jovencitos pierden la vida por asfixia a causa de un pésimo e irresponsable operativo policiaco que provocó el pánico y la estampida en un estrecho pasadizo habilitado como salida de emergencia.
_ “Duermo como un bebé”_ declararía el tristemente célebre Eduardo Bours, ante la tragedia de la guardería ABC que costó la vida de 49 niños y dejó con daños permanentes a numeroso grupo de infantes que lograron sobrevivir.
¿Y los responsables de esta tragedia ocurrida el 5 de junio del 2009 en el estado de Sonora?
Bien, gracias. Amparados en el peso de sus apellidos, en su poderío económico y la estúpida declaración de que había sido culpa de un cooler, cumpliendo a cabalidad lo que el sufrido pueblo ya sabe: Que el mal oficial, siempre le echa la culpa a la herramienta.
No pasarían ni 16 meses para que otro “accidente” dejara al descubierto las condiciones de indefensión y esclavismo en que laboraban 6 inocentes mujeres, que bajo llave y en horario nocturno, realizaban el inventario a la tienda Coppel de Culiacán, cuando sobrevino terrible incendio que acabó con sus vidas.
¿Y Enrique Coppel Luken, dueño de esa cadena de tiendas departamentales?
Bien, gracias. Disfrutando de las mieles ficticias del poder que da emparentar con los Clouthier y los Robinson Bours.
Vienen a mi memoria las advertencias que de inmediato lanzan los responsables de las unidades de desprotección civil, perdón, de protección civil, cuando se avecina una onda gélida, de calor, o se aproxima una creciente o huracán.
Bien por eso, pero sería mejor si se iniciara una exhaustiva revisión de las instalaciones eléctricas, sobre todo, donde mayormente se aglomera la gente en búsqueda de sus satisfactores de primera necesidad, ya que según los expertos, éstas son las causantes del 25% de los incendios registrados.
Sin descuidar desde luego, los antros que abarrotan los jóvenes, los cines, las gaseras, gasolineras y cuidando al máximo las rutas de evacuación debidamente señalizadas.
A propósito: ¿Ha pensado Usted cómo salir rápidamente de algún local cuando anda en el fondo del mismo?
¿Conoce a la perfección las salidas de emergencia de los lugares donde hace sus compras?
Igual de interesante resultaría una inspección en los camiones de pasaje que incluya desde sus condiciones mecánicas hasta el equipamiento de su extintor de fuego respectivo.
O la obligatoriedad de las grandes tiendas de conectar sus alarmas o detectores de humo con la policía o los servicios de emergencia, así como tienen ya la interconexión en caso de robo o asalto.
Me llama un lector para decirme sobre el uso indiscriminado y manejo riesgoso de fumigantes, insecticidas, pesticidas y herbicidas en los campos agrícolas.
Se agradece el comentario y alguna instancia de salud o de gobierno debe tener y dar una respuesta.
De lo contrario, estaríamos dándole la razón al extraordinario escritor y moralista francés Jean de la Bruyere, quien dijo: “El deber de un juez es hacer justicia; su arte consiste en demorarla.”
Y en demorar la justicia, pareciera que los jueces y el gobierno se pintan solos.
Buen día.
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