sábado, 7 de septiembre de 2013

INTERESANTE ANÉCDOTA DEL EX GOBERNADOR SAMUEL OCAÑA GARCIA CUANDO ERA ALCALDE



Escrito por Samuel Ocaña García
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Samuel Ocaña Garcia
En México es fácil destrozar una empresa productiva del gobierno. Al cabo nunca pasa nada
         Te voy a platicar de conejos. Verás que en 1974, apenas 33 años ha, me desempeñaba, como dice el estupendo artista–comediante José Ángel Espinoza “Ferrusquilla”, de alcalde local de la localidad del lugar de Navojoa, cuando el gobernador del estado, Lic. Carlos Armando Biebrich Torres (1973-1975), convoca a una reunión estatal de análisis y toma de acuerdos para el impulso de la ganadería menor, que se llevó a cabo en febrero de 1974 en el palacio municipal de Álamos.  Invitados asistimos todos los ediles del estado –ni modo que no– con los respectivos canchanchanes (chofer, jefe de  policía, el secretario con lentes y sus papeles y un milusos-mandadero, mínimo); también convocados, los dos Senadores del Estado, garantes celosos del pacto federal, como la historia lo consigna; los diputados federales y locales, dignos representantes de los mejores intereses populares. Todos del PRI, of course.
         Presentes, los dirigentes del sector agropecuario en Sonora, incluidos los agrotitanes; los funcionarios altos y medio bajos del sector, federales y locales; comisariados ejidales; jerarcas de la Reforma Agraria, del Banrural, Conasupo, ANDSA (Almacenes Nacionales de Depósito); también los directivos y gerentes de las empresas agrícolas y agroindustriales de las uniones de ejidos, de las ARIC (Asociaciones Rurales de Interés Colectivo); y de las de la mujer campesina. Empresas  todas  ellas financiadas por Banrural y supervisadas por los funcionarios del mismo banco acreditador, y controladas en su operación por los agentes de la Reforma Agraria, bajo la vieja estrategia de “ni los veo ni los oigo”.
         La gran explanada del interior del hermoso palacio municipal, de manufactura porfiriana, de ladrillo rojo, fue desbordada en su cupo por interesados en conocer del futuro de las especies de ganadería menor. Me parecía clara la ansia productiva de los congregados. No tenía indicios para sospechar que alguien o algunos persiguieran intereses políticos con el desarrollo del encuentro. Era una reunión para el “trabajo fecundo y creador”. Las calles angostas y empedradas de nuestra máxima joya urbana, quedaron por horas tapizadas de carros oficiales pertenecientes a distintos nichos de responsabilidad pública, lo cual constituyó un verdadero muestrario de la repartición de parcelas de poder, que les permitía a los usufructuarios vivir en privilegio.
         Se me figuraba que no les fue difícil congregar a tan entusiasta multitud para desarrollar tal acto masivo, si la mayoría de los convocados eran receptores de cheques burocráticos, y si los campesinos tenían su Banrural. A espaldas de la mesa estelar, colgaba una gran manta con resaltadas letras rojas en fondo blanco con la leyenda temática de la reunión, lo cual aseguraba buenas fotos al día siguiente en las primeras páginas de los periódicos nacionales y locales, y mejores imágenes en los noticiarios televisivos.
         La larga mesa del presidium colocada sobre el estrado de la explanada interior la compartían: al centro el presidente de la República, Lic. Luís Echeverría Álvarez; a su derecha el Gobernador Constitucional del Estado, Lic. Biebrich, y a su izquierda don Manuel Bernardo Aguirre, secretario de Agricultura y Ganadería; además el Lic. Augusto Gómez Villanueva, jefe del Departamento Agrario; Lic. Celestino Salcedo Monteón, líder de la Confederación Nacional Campesina, CNC; señor Baldomero Corral, presidente municipal de Álamos; Lic. Héctor Leyva Castro, líder de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos de Sonora, CNC; Ing. Alberto Zazueta Nieblas, director de Fomento Ganadero del Estado; también el Ing. Ignacio Lazcano, gerente regional de Banrural en Sonora; Ing. Jorge Cristópulos Granillo, delegado de la Secretaría de Agricultura y Ganadería; Lic. Ricardo Martínez Wilson, delegado del Agrario; y Lic. Manuel Cubillas, presidente de la Unión Regional Ganadera  de Sonora.
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         En terminándose la presentación de los notables, en la cual la mujer no alcanzó presencia, el gobernador Lic. Biebrich retira su silla que raspa el templete de madera, toma la vertical; se muestra esbelto, muy joven pues apenas peinaba en su abundante cabellera uno que otro hilo de plata –como dice la canción–, elegante e impecable con sus botines de ante y chamarra de cuero cafés, toma el micrófono con su mano izquierda, abre la reunión con palabra fácil, al fin orador de enjundia, agudo, penetrante, explica al “Señor Presidente” y al respetable los objetivos del encuentro, y con excelsas definiciones de los atributos que le adornan al invitado de excepción, le da calurosa bienvenida; y porque es el timonel firme y seguro de la marcha del progreso de la patria, el pueblo de Sonora le reitera y reafirma su afecto y respeto.
         Los de abajo batimos las palmas en estruendosa ovación. La apoteosis para el señor del “arriba y adelante”. De pie, el mandatario levanta los brazos y con las palmas de las manos al cielo, con movimientos acompasados de arriba-abajo, agradece la devoción de la multitud. “El Jefe de las Instituciones Nacionales”, con su chamarra larga de pana café, se percibe fuerte, macizo, vigoroso, alto, moreno con piel tostada, escaso pelo con entradas pronunciadas, antiparras transparentes sin aros de engarce, y detrás de ellas sus ojos negros aparecen pequeños, porque sus párpados trazan una línea horizontal por la que, se antojaba pensar, permitían pasar apenas la luz mínima para construir sus imágenes del entorno.
         Al callar la atronadora aclamación, llegó la lluvia de ponencias; primero las de los campesinos, elaboradas muchas de ellas en serie y al vapor por las oficinas técnicas de la CNC en el estado, en las que solicitaban apoyo de inversión para explotar alguna especie, o auxilio para los ganados que ya poseían. Desfilaron por el güitáfono los técnicos en cada especie, ensalzando sus bondades productivas y comerciales. Por el mismo tenor lanzaron su voz los financieros de Banrural y de la banca de fomento, indicando los requisitos a cumplir en cada proyecto para que pudieran ser financiados, como siempre, sin vueltas y revueltas.
         Un especialista nos ilustró en borregos no lanudos; que los peligüey para carne, que el clima seco ideal, que los terrenos arbustiveros sonorenses que ni mandados  hacer, que paren cuatro crías al año, que la conversión de pasturas a carne es tres veces más eficiente que los bovinos, que el mercado es altamente demandante y creciente, que la piel, que la leche, que... Otro técnico nos habló de las abejas, que son laboriosas y pacíficas (antes de la llegada al país de las abejas africanas que acabaron con el cuadro), que la miel de flor de mezquite es cuanto hay, que la jalea real rejuvenece y vuelve a la gente inteligente, que el polen está lleno de proteínas, que la cera para mil cosas, que los cajones del enjambre, que la producción de reinas, que el envasado de miel, que el mercado alemán insaciable, que el Japón compra, que... Así desfilaron quienes nos ilustraban respecto de las cabras y codornices, los venados y cimarrones, guajolotes y conejos, patos, y las coconas, pájaros de ornato y las mascotas.
         El experto en conejos ponderó sus ventajas: que todo es aprovechable, que la mejor raza es el California blanco con trompa negra, que pesan hasta 12 Kg.; que los peludos café pardo de Alemania pesan hasta 20 kg.; que la piel para chamarras, bolsas y cubrecamas, que la orina en perfumería, que las tripas para hacer hilo de  sutura absorbible por el cuerpo humano, cuando la cirugía; que las patas para amuletos, que paren cada dos meses camadas de ocho a 10 individuos, que la carne es exquisita en interminables recetas de guisos y que tiene escaso colesterol y triglicéridos, que hay mercado ávido en Oriente, que se alimentan con pastura verde silvestre y de cultivos, ‘questo’ y que lo otro, que ‘pa’cá’ que ‘pa’llá’, que fue y que vino, que...
         Los trabajos se prolongaron tres horas después de 25 ponencias e intervenciones. El ‘Señor de los Pinos’ dirige un mensaje alentador. Clausura el acto. Cuando la comitiva transita hacia la puerta de salida, me emparejo al presidente y le suelto: soy fulano de tal, presidente de Navojoa. “Como está, usted señor presidente”, me responde. Así, de presidente a presidente. Señor estoy convencido de la producción de carne de conejo, y el Ayuntamiento se dispone a crear una granja de esta especie, y otra de codornices. 
         Le felicito señor presidente, me contestó. Sólo quisiera señor, que el Banrural  nos apoyara con parte del financiamiento, y el municipio le pagaría con paquetes de conejos en jaulas de alambre con seis hembras y un macho, las necesarias hasta amortizar el crédito, y que el Banrural pudiera distribuirlas en los ejidos del estado que quisieran, o en otros estados del país. Interesante idea, expresó. El presidente le ordena a su ayudante militar: que venga el gerente del Banrural. En menos de un parpadeo el ingeniero Ignacio Lazcano estaba frente al Ejecutivo, pálido y aterrorizado. La rapidez de presencia del requerido se debió a que caminábamos en bola arropando a los señores del poder, como los polvos de hierro sobre el imán, caminábamos en FUL (Frente Único de Lambiscones) buscando que el pópulo nos viera muy cerca de los amos para ganar respeto, admiración y envidia.




         A sus órdenes, señor presidente, descarga el gerente bancario. Mire usted, ingeniero, aquí el señor presidente de Navojoa me explica que el Ayuntamiento pretende instalar una granja de conejos. Apóyele con crédito, y el municipio lo amortizará con paquetes de conejos que el Banrural distribuirá en los ejidos; esto exige elaborar un programa muy preciso de alcance nacional, que incluya una capacitación mínima a las familias receptoras para el manejo adecuado de los animales. Póngase de acuerdo con su director general, y que me mantenga informado. Me parece que este tipo de proyectos son una buena alternativa nutricional para las familias campesinas. Impulsaremos estas actividades de ganado menor en el país, expresó. Sí, señor presidente, así lo haremos; sí señor, le tendremos informado, le decía el gerente.
         Un mes después, con acuerdo del Cabildo y el apoyo del C. Gobernador, presentamos los proyectos de obra de la granja, que incluía cinco grandes naves con aire controlado y una  menor para las codornices, taller para jaulas de alambre, tres casas para trabajadores, caseta de control, pozo profundo, tendido e instalaciones eléctricas, equipamiento, mobiliario, cercado, vehículos y demás. El gerente bancario, amable, aceptó el proyecto y nos informó que de inmediato procederían a elaborar el programa de distribución en Sonora y el país, como había ordenado el presidente. Se entregó al Ayuntamiento un cheque por un millón de pesos; el faltante para completar el costo de la inversión lo absorbería el municipio. Salí de la oficina viendo al cielo auroras boreales por la alegría de que podríamos apoyar la nutrición de las familias del campo. Febrilmente iniciamos los trabajos de construcción en la ranchería Lomas del Refugio. Pronto, el taller empezó a producir cerros de jaulas para maternidad y para el envío de conejos a su destino.
         A los seis meses terminamos las instalaciones conejeriles. Poco a poco introdujimos los pies de cría en las naves. Después de otros seis meses ya teníamos dos mil vientres con capacidad de producción de al menos 10 mil individuos cada dos meses. Había llegado el momento de empezar a entregar conejos al Banrural de Ciudad Obregón. Solicitamos audiencia. Por favor tomen asiento, nos dijo el secretario. El ingeniero está en reunión que ya va a terminar. Un café señores; sí, gracias. Al minuto entra el ingeniero Ignacio Lazcano en la sala de espera. Señores, ¿cómo están ustedes? Pasen, pasen por favor a la sala de reuniones. Nos sentamos alrededor de la larga mesa. Por favor, el expediente del municipio de Navojoa, ordenó. Mire, señor presidente –me espetó con evidente enfado–, el Ayuntamiento de Navojoa ya no debe ni un centavo al Banrural, y con un lápiz crayón rojo estampó una gran X sobre las dos carpetas y anotó a la vez la palabra ‘cancelado’. Señor presidente municipal, no pudimos elaborar el programa de distribución por no haber presupuesto, ni el personal necesario; Lo siento mucho señor, me decía. 
         Abrumado por tal mazazo, sólo pude expresarle: pero señor gerente, el presidente de la República ordenó… me interrumpe y dice: lo siento mucho, no podemos desarrollar el proyecto. Ingeniero, al menos hubieran tenido la atención de informarnos que el programa no se realizaría por parte del banco, y así nos hubiéramos ahorrado tiempo, esfuerzo y derroche. Lo siento de veras, dijo. Nos levantamos. Le extendí la mano. Hasta luego señor.
         Al salir del Banco sentía en mis oídos un fuerte retumbar de mis latidos. Así terminó un interesante proyecto que se transformó en utopía y devino en pesadilla. No pudimos contribuir al abatimiento de la desnutrición que impera en la mayoría de los tres millones de familias campesinas que habitaban en 28 mil ejidos y comunidades  indígenas, que disponen de la mitad del territorio nacional.
         En México es fácil destrozar una empresa productiva del gobierno. Al cabo nunca pasa nada

2 comentarios:

  1. Me es imposible entender un artículo tan largo y tan mal redactado.

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  2. Me parece que podrían haber cambiado de cunicultura a chapulinocultura (saltamontes, grasshoppers).

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